“Los algarrobos representan el patrimonio vegetal más significativo de la ciudad de Paraná, la cual, como ciudad paisaje , se ve enriqueci...
“Los algarrobos representan el patrimonio vegetal más significativo de la ciudad de Paraná, la cual, como ciudad paisaje, se ve enriquecida por los Neltumas nigra centenarios”, sostiene en diálogo con ERA Verde
Elizabeth Rodríguez, estudiosa del arbolado de la capital entrerriana.
La especialista en especies vegetales realizó un relevamiento en donde
registró ejemplares de más de 500 años en la zona de la Toma Vieja.
Sobre estos árboles abuelos, que germinaron antes que Cristóbal Colón
pisara América, en su mayoría sólo cuentan con la protección de los
frentistas de los domicilios en donde se encuentran. Los demás, perduran
en una situación de vulnerabilidad por el avance de ciertos desarrollos
inmobiliarios.
Los algarrobos negros (Neltuma nigra –Griseb.– C.E. Hughes & G.P. Lewis); los algarrobos blancos (Neltuma alba –Griseb.– C.E. Hughes & G.P. Lewis), y ñandubay (Neltuma affinis
–Spreng.– C.E. Hughes & G.P. Lewis), son especies de gran
relevancia, tal como señala la publicación del reconocido agrónomo y
botánico Arturo Eduardo Burkart en Flora Ilustrada de Entre Ríos,
destaca la analista de la población arbórea de Paraná, Elizabeth
Rodríguez. Cita la obra para fundar alguna de las razones de su
preocupación respecto a los algarrobos “que aún se encuentran en el
arbolado urbano. Los pocos ejemplares que sobreviven superan los 500
años, con algunos de ellos alcanzando varios siglos adicionales. Estos
árboles están protegidos únicamente por la acción de los frentistas, ya
que no existe una legislación adecuada que garantice su preservación. En
muchos casos, las intervenciones de empresas privadas, que mutilan
raíces y ramas, desestabilizan el árbol y ponen en peligro su centenaria
existencia”, alerta sobre la situación.
En charla con ERA Verde,
Rodríguez apunta que “los algarrobos ubicados dentro del camping de la
Toma Vieja cuentan con la protección de la Municipalidad de Paraná.
Estos árboles, igualmente centenarios, siguen floreciendo, fructificando
y propagándose, con su fenología intacta. Como medida de conservación,
recolecto las vainas de estos árboles y las llevo al vivero municipal
para preservar su genética, asegurando que su especie no desaparezca y
los seguimos propagando”, comenta sobre una tarea que ha comenzado a
llevar adelante. También en la zona existen muchos otros ejemplares que
“cuentan con siglos de existencia. Sin embargo, algunos de ellos son
híbridos, una particularidad de los algarrobos que pueden presentar el
porte del algarrobo negro, las hojas del algarrobo blanco y la
fructificación del ñandubay. Esta hibridación, conocida por los antiguos
botánicos como ‘algarrobos mestizos’, se debía a la intervención de
polinizadores con esto retomo la importancia de la biodiversidad la
intervención de la fauna para conservar las especies vegetales”.
Rodríguez plantea que
“los algarrobos representan el patrimonio vegetal más significativo de
nuestra ciudad, la cual, como ciudad paisaje, se ve enriquecida por los Neltumas
centenarios”, aunque muchas veces se ven afectados “arrasados por
topadoras en terrenos donde nadie se ocupó de informarles a los dueños
del lote que adquirieron que tienen mayor valor por las especies que se
encuentran en él. Valor científico, valor patrimonial vegetal,
biodiversidad, todo lo que le brinda a los que escapan de la ciudad, son
la herramienta de cultural vegetal que adquirieron. Es importante
señalar que ya no existen los ñandubaysales, salvo por un único ejemplar
con frutos rojizos que persiste en la vía pública, en riesgo de ser
talado, al igual que sus parientes que superan los cinco siglos de
existencia en el barrio”, al norte de la capital de Entre Ríos.
“Para el botánico Burkart –cita la especialista–, los algarrobos
tienen un valor ornamental notable, debido a su resistencia a las
sequías, lo que los hace aptos para ser cultivados en rutas y plazas,
preferentemente en suelos altos y arcillosos. Estos árboles toleran
ciertos niveles de alcalinidad. Su floración ocurre en los meses de
septiembre y octubre, con floraciones esporádicas hasta enero y marzo,
mientras que la fructificación se da hacia finales del verano y durante
el otoño”, describió.
Elizabeth Rodríguez
recapitula que, para los pueblos ancestrales, “el algarrobo representaba
una fuente de provisión alimenticia, ya sea a través de la harina
obtenida de sus frutos o la producción de bebidas. En diversas
provincias, algunos de estos pueblos siguen conservando sus tradiciones y
continúan utilizando los frutos del algarrobo como recurso
alimenticio”, señala.
“El pueblo Chaná, en su lengua, describe el origen del algarrobo:
‘Poco a poco, el fuerte cuerpo de Generoso quedó enflaquecido, débil,
envejecido de trabajar sin comer ni descansar. Un triste día quedó
muerto, sin perder la sonrisa a mitad de camino. En adelante, para
recordarle, el Concejo Grande Chaná le dio el nombre de ‘utén’ al ‘uyí’, árbol que, como él, lo da todo sin pedir nada. Da su tronco, ramas, semilla, sombra, agua en sus raíces”. (La lengua Chaná, B. Jaime, J. Viegas Barros).
“Es fundamental que la ciudadanía comience a reconocer, proteger y
revalorizar su patrimonio vegetal. Gran parte del conocimiento sobre
estas especies se encuentra documentado en publicaciones científicas
internacionales; sin embargo, esta información permanece, en muchos
casos, fuera del alcance del ciudadano común. Acercar este saber a la
comunidad es clave para fomentar una conciencia colectiva orientada a la
conservación y puesta en valor de la biodiversidad local”, insiste.
Elizabeth Rodríguez es Técnica Universitaria en Jardinería, matriculada en Colegio de Profesionales de la Agronomía de Entre Ríos (Copaer) Nº 2.028; técnica Universitaria en Producciones Vegetales Intensivas, Facultad de Ciencias Agrarias, Balcarce, Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), formación en Silvicultura Urbana Facultad de Ciencias Agrarias Universidad Nacional del Litoral.
Fotos: Gentileza: Elizabeth Rodríguez
De la Redacción de ERA Verde